Un incendio consume una casa en medio de la noche de Lima. Al interior, el escritor y tallerista Esteban Grignoli muere junto con otras trece personas en plena celebración de su cumpleaños. Al otro lado de la ciudad, en Breña, vendado y casi paralítico, Héctor observa cómo la noticia surge en los medios, reflexionando sobre lo que ha sido su vida hasta ese momento: los días en Chorrillos, sus encuentros con Telma y Kurt, los tiempos felices con sus amos Claudia y Germán, la separación de ambos.
También es la historia de Claudia y Germán, y de su amor efervescente junto al gato que adoptaron. Ella, enfermera, con un pasado de luces de neón en un bar solo para hombres en uno de los distritos más acomodados de Lima. Él, un cineasta frustrado que se dedica a filmar bautizos y matrimonios, haciendo lo que antes despreciaba, esperando el momento que nunca llega, el momento para comenzar a filmar en serio, para hacer cine.
Finalmente, aparecen Matsahide y Bautista, dos poetas obesos y anacoretas, los mejores amigos de Germán. Los tres se conocieron en la Facultad de Letras de San Marcos, convencidos de que escribirían en el futuro libros claves para la literatura peruana. Unos años después, pasan sus días en la cocina de Germán, obsesionados con la idea de que deben hacer algo para cambiar las cosas. Ya no se trata de escribir, sino de un objetivo más grande, más ambicioso. Un hecho que trascienda a la escritura. Un crimen.