Luego de experimentar, vivir y sufrir la desaparición y muerte de su amigo Alonso en Moscú, Arturo decide retornar a Lima, buscando rencontrarse con la vida y superar aquellos pasajes traumáticos que lo siguen persiguiendo. Armado de valor, decide buscar ayuda en una clínica famosa, siendo Anastasia la encargada de brindar una terapia personalizada a ese particular paciente que, confiesa él, mantiene una serie de alucinaciones desde que retornó a su ciudad natal. Anastasia es absorbida en esta vorágine de imágenes mentales de Arturo.